LA NACENCIA


LUIS CHAMIZO
Bruñó los recios nubarrones pardos

la lus del sol que s´agachó en un cerro,

y las artas cogollas de los árboles

d´un coló de naranjas se tiñeron.

A bocanás el aire nos traía

los ruídos d´alla lejos

y el toque d´oración de las campanas

de l´iglesia del pueblo.

Ibamos dambos juntos, en la burra,

por el camino nuevo,

mi mujé mu malita,

suspirando y gimiendo.

Bandás de gorriatos montesinos

volaban, chirrïando por el cielo,

y volaban pal sol qu´en los canchales

daba relumbres d´espejuelos.

Los grillos y las ranas

cantaban a lo lejos,

y cantaban tamién los colorines

sobre las jaras y los brezos,

y roändo, roändo, de las sierras

llegaba el dolondón de los cencerros.

¡Qué tarde más bonita!

¡Qu´anochecer más güeno!

¡Qué tarde más alegre

si juéramos contentos!…

– No pué ser más- me ijo- vaite, vaite

con la burra pal pueblo,

y güervete de prisa con l´agüela,

la comadre o el méico -.

Y bajó de la burra poco a poco,

s´arrellenó en el suelo,

juntó las manos y miró p´arriba,

pa los bruñíos nubarrones recios.

¡Dirme, dejagla sola,

dejagla yo a ella sola com´un perro,

en metá de la jesa,

una legua del pueblo…

eso no! De la rama

d´arriba d´un guapero,

con sus ojos roendos

nos miraba un mochuelo,

un mochuelo con ojos vedriaos

como los ojos de los muertos…

¡No tengo juerzas pa dejagla sola;

pero yo de qué sirvo si me queo!

La burra, que rroía los tomillos

floridos del lindero

carcaba las moscas con el rabo;

y dejaba el careo,

levantaba el jocico, me miraba

y seguía royendo.

¡Qué pensará la burra

si es que tienen las burras pensamientos!

Me juí junt´a mi Juana,

me jinqué de roillas en el suelo,

jice por recordá las oraciones

que m´enseñaron cuando nuevo.

No tenía pacencia

p´hacé memoria de los rezos…

¡Quién podrá socorregla si me voy!

¡Quién va po la comadre si me queo!

Aturdio del tó gorví los ojos

pa los ojos reondos del mochuelo;

y aquellos ojos verdes,

tan grandes, tan abiertos,

qu´otras veces a mí me dieron risa,

hora me daban mieo.

¡Qué mirarán tan fijos

los ojos del mochuelo!

No cantaban las ranas,

los grillos no cantaban a lo lejos,

las bocanás del aire s´aplacaron,

s´asomaron la luna y el lucero,

no llegaba, rondo, de las sierras

el dolondón de los cencerros…

¡Daba tanta quietú mucha congoja!

¡Daba yo no sé qué tanto silencio!

M´arrimé más pa ella;

l´abrasaba el aliento,

le temblaban las manos,

tiritaba su cuerpo…

y a la luz de la luna eran sus ojos

más grandes y más negros.

Yo sentí que los míos chorreaban

lagrimones de fuego.

Uno cayó roändo,

y, prendío d´un pelo,

en metá de su frente

se queó reluciendo.

¡Que bonita y que güena,

quién pudiera sé méico!

Señó, tú que lo sabes

lo mucho que la quiero.

Tú que sabes qu´estamos bien casaos,

Señó, tú qu´eres güeno;

tú que jaces que broten las simientes

qu´echamos en el suelo;

tú que jaces que granen las espigas,

cuando llega su tiempo;

tú que jaces que paran las ovejas,

sin comadres, ni méicos…

¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,

con lo que yo la quiero,

siendo yo tan honrao

y siendo tú tan güeno?…

¡Ay! qué noche más larga

de tanto sufrimiento;

¡qué cosas pasarían

que decilas no pueo!

Jizo Dios un milagro;

¡no podía por menos!

II

Toito lleno de tierra

le levanté del suelo,

le miré mu despacio, mu despacio,

con una miaja de respeto.

Era un hijo, ¡mi hijo!,

hijo dambos, hijo nuestro…

Ella me le pedía

con los brazos abiertos,

¡Qué bonita qu´estaba

llorando y sonriyendo!

Venía clareando;

s´oïan a lo lejos

las risotás de los pastores

y el dolondón de los cencerros.

Besé a la madre y le quité mi hijo;

salí con él corriendo,

y en un regacho d´agua clara

le lavé tó su cuerpo.

Me sentí más honrao,

más cristiano, más güeno,

bautizando a mi hijo como el cura

bautiza los muchachos en el pueblo.

Tié que ser campusino,

tié que ser de los nuestros,

que por algo nació baj´una encina

del camino nuevo.

Icen que la nacencia es una cosa

que miran los señores en el pueblo;

pos pa mí que mi hijo

la tié mejor que ellos,

que Dios jizo en presona con mi Juana

de comadre y de méico.

Asina que nació besó la tierra,

que, agraecía, se pegó a su cuerpo;

y jue la mesma luna

quien le pagó aquel beso…

¡Qué saben d´estas cosas

los señores aquellos!

Dos salimos del chozo,

tres golvimos al pueblo.

Jizo dios un milagro en el camino:

¡no podía por menos!

LA EXPERENCIA


LUIS CHAMIZO

Ven p´acá hija mía
que yo soy ya vieja
y ya di ese paso que tú das agora
y viví esa vida que llamamos güena,
y estrujé mis ojos pa secame el llanto,
que a juerza de llanto m´entró la experencia.

Mi Juan mesmamente paece un chiquillo,
y tú eres mu nueva,
y sus queréis mucho, y tenéis ajorros,
y estáis mu solitos dambos en la tierra…
¡y este pícaro mundo es tan güeno
con los que así empiezan…!
Con cosinas durces sus va engatusando,
sus tapia los ojos,
sus jace promesas,
y aluego se rie,
dispués que sus ceba
y sus eja solos erramando jielis
por el sumïero de vuestra concencia.

¡Hija de mi arma, si páece mentira
que ya estéis casaos dambos po la Iglesia;
si a mí me paece que sois dos muñecos
entavía, Teresa,
pa dirse con tiento pa gastá los cuartos,
p´atendé a los gorpes de las desigencias,
pa jacé, jormales, el troncón robusto
d´una nueva casta que dé castas nuevas;
unos chirivines que páescan d´azogue,
qu´estrujen, qu´arañen, que muerdan la teta,
que lloren con genio, qu´estrocen, que chillen,
que jagan pucheros al jacegle fiestas…

¡Míala cómo jimpla la recandongona
cuando se le palra de cosinas tiernas!

Ejate de mimos
y delicaësas,
¡si ya estáis casaos
dambos, po la Iglesia!

Ascucha hija mía,
y no t´encapriches con tu comenencia,
que la vida es corta,
mu corta y mu güena
pa los que vivimos de nuestro trebajo
y estamos contentos con nuestra pobreza.

Hay que ver y cómo refalan los días,
y pasan los años,
y s´hace una vieja,
rebuscando siempre lo desconocío,
siempre suspirando por cosinas nuevas.

Primero la noche d´estar dambos solos
con nuestras querencias,
y endispués los hijos, y endispués los nietos,
y endispués el pago de nuestra concencia.

Mi Juan es un santo:
tié sus cosiquillas como tié cualquiera;
pero le tiés ley y tiés mucha labia
y sabrás llevagle por güena verea;
porque miá tú, hija, aquí pa nusotras,
töitos los hombres son como si jueran
unos muñequinos d´esos bailarines
qu´un jilillo jace danzar, en la feria;
nusotras los vemos, mus encaprichamos
y mercamos uno, a tontas y ciegas,
sin que mus endilguen los revendeores
de los chismecitos, qu´enganchan la cuerda.

Y es claro, qu´aluego
¡que si quíes, morena!
qu´icen que no bailan,
que no se menean,
que t´andas espacio pa dir a enterate,
y que ya se jueron los tíos de la feria…
y anda, ponte moños,
¡búscale el risorte
de la bailaera!

Tamién las mujeres semos como semos,
mu dás a los lujos de las vestimentas,
desajeraoras y amigas de chismes
y de requilorios y de cuchufletas.

Tú, hija mia, precura
seguir las leciones que da la experencia,
que yo te iré iciendo lo qu´has de jacete
pa que vos resulte la vida mu güena.
Amos a ver, mïa: esta mesma noche,
asín qu´arrematen los mozos la fiesta,
sus diréis pal cuarto, pus bien…

¡Ay qué contra, y qué mimosina
t´has güerto, Teresa;
¡si ya estáis casaos
dambos, po la Iglesia!

CUANDO YO VINE A ESTE MUNDO


NICOLAS GUILLEN

Cuando yo vine a este mundo,

nadie me estaba esperando;

así mi dolor profundo

se me alivia caminando,

pues cuando vine a este mundo,

te digo,

nadie me estaba esperando.

Miro a los hombres nacer,

miro a los hombres pasar;

hay que andar,

hay que mirar para ver,

hay que andar.

Otros lloran, yo me río,

porque la risa es salud:

lanza de mi poderío,

coraza de mi virtud.

Otros lloran, yo me río,

porque la risa es salud.

Camino sobre mis pies,

sin muletas ni bastón,

y mi voz entera es

la voz entera del sol.

Camino sobre mis pies,

sin muletas ni bastón.

Con el alma en carne viva,

abajo, sueño y trabajo;

ya estará el de abajo arriba,

cuando el de arriba esté abajo.

Con el alma en carne viva,

abajo, sueño y trabajo.

Hay gentes que no me quieren,

porque muy humilde soy;

ya verán cómo se mueren,

y que hasta a su entierro voy,

con eso y que no me quieren

porque muy humilde soy.

Miro a los hombres nacer,

miro a los hombres pasar;

hay que andar,

hay que vivir para ver,

hay que andar.

Cuando yo vine a este mundo,

te digo,

nadie me estaba esperando;

así mi dolor profundo,

te digo,

se me alivia caminando,

te digo,

pues cuando vine a este mundo,

te digo,

¡nadie me estaba esperando!

A V A N T I


(almafuerte)

No te des por vencido, ni aún vencido
no te sientas esclavo, ni aún esclavo,
trémulo de pavor piénsate bravo
y arremete feroz ya mal herido
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruín vuelve a ser clavo
y no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios, que nunca llora
o como Lucifer, que nunca reza,
o como el robledal cuya grandeza
necesita del agua y no la implora.
Que ruede y vocifere vengadora
ya rodando en el polvo tu cabeza.

(segunda parte)

Si te abaten diez veces te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas,
no han de ser tus caidas tan violentas
y tampoco, por suerte, han de ser tantas.
Con el hambre frugal con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se crearon los santos y las santas.
Obsesión casi asnal nada mas debe
tener el ser para ser fuerte
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte.
Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte

Ah, ya me acordé de lo que sigue:

Reto
Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
estático de emoción
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;
¡te equivocas, te equivocas!
fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me hace llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces cuando rendida
ofrezcas toda tu vida,
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,
¿sabes tú lo que haría en esos
momentos de indignación?
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!…

México, creo en ti


Por Ricardo López Méndez

México, creo en ti,

como en el vértice de un juramento.

Tú hueles a tragedia, tierra mía,

y sin embargo ríes demasiado,

acaso porque sabes que la risa

es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti,

sin que te represente en una forma

porque te llevo dentro, sin que sepa

lo que tú eres en mí; pero presiento,

que mucho te pareces a mi alma,

que sé que existe pero no la veo.

México, creo en ti,

en el vuelo sutil de tus canciones

que nacen porque si, en la plegaria

que yo aprendí para llamarte Patria,

algo que es mío en mi como tu sombra,

que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti,

en forma tal que tienes de mi amada

la promesa y el beso que son míos,

sin que sepa porqué se me entregaron;

no sé si por ser bueno o por ser malo,

o porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti,

sin preocuparme el oro de tu entraña;

es bastante la vida de tu barro,

que refrescas lo claro de las aguas,

en el jarro que llora por los poros

la opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti,

porque creyendo te me vuelves ansia

y castidad y celo y esperanza.

Si yo conozco el cielo es por tu cielo,

si yo conozco el dolor es por tus lágrimas

que están en mí aprendiendo a ser lloradas.

México, creo en ti,

en tus cosechas de milagrerías

que sólo son deseo en las palabras.

Te contagias de auroras que te cantan

¡y todo el hombre se te vuelve carne!

¡y todo bosque se te vuelve selva!

México, creo en ti,

porque nací de ti, como la flama

es compendio del fuego y de la brasa;

porque me puse a meditar que existes

en el sueño y materia que me forman

y en el delirio de escalar montañas.

México, creo en ti,

porque escribes tu nombre con la equis

que algo tiene de cruz y de calvario;

porque el águila brava de tu escudo

se divierte jugando a los «volados»

con la vida y, a veces con la muerte.

México, creo en ti,

como creo en los clavos que te sangran;

en la espina que hay en tu corona,

y en el mar que te aprieta la cintura

para que tomes en la forma humana

hechura de sirena en las espumas.

México creo en ti,

porque si no creyera que eres mío

el propio corazón me lo gritara,

y te arrebatara con mis brazos

a todo intento de volverte ajeno,

¡sintiendo que a mí mismo me salvaba!

México, creo en ti,

porque eres el alto de mi marcha

y el punto de partida de mi impulso.

¡Mi credo, Patria, tiene que ser tuyo,

como la voz que salva

y como el ancla…!

Nací libre


CATALINA PASTRANA

Nací libre, y al respirar la libertad
comprendí que era bello vivir.
Vivir aferrada a la verdad que comprende mi existencia
en la infinita medida de todo el universo.

Nací libre, y amé la libertad.
Amé la libertad como el cóndor
en las nevadas alturas de los Andes,
como el ave que cruza en el espacio
y que desciende en paz
para posarse entre las copas de los árboles.

Nací libre, en esa dimensión del ancho cielo
y en esa inmensidad del mar abierto.
Libre tiene que ser mi pensamiento
para tocar los nublos, y para cortar el viento.

Quiero sentirme pluma, quiero sentirme ave,
desprenderme del suelo y cruzar por el espacio,
quisiera ser gaviota para extender los brazos
y sentirme en libertad en pleno vuelo.

Vivir en paz, y en esa libertad que el hacedor me ha dado.
Vivirla y repetirla a cada paso,
pero mi voz se calla…

¿Puedo hablar de libertad frente al hombre
golpeado por la estafa, y frente al engaño de palabra falsa?

¡Hablar de libertad cuando la justicia se pone en
las manos que le pagan, es algo que me cansa!
¡Hablar de libertad frente al ladrón que roba un mendrugo de pan,
es algo que me sangra!

¡Cristo Dios, no puedo sentirme libre
frente al cansancio de un hombre,
y en su inútil esfuerzo sobrehumano!

¡No puedo Señor, hablar de libertad
cuando el hambre se está convirtiendo en lágrimas!

¿Cómo hablar de libertad cuando el hermano
se transforma en fiera y ataca por la espalda,
por la mano parricida que la ataca?

¡Hablar de libertad cuando se pierden los valores
y las cárceles estallan, es algo que me amarga!

¿Alguien se siente libre cuando la razón se calla?

¿Cuándo se confabulan la fuerza y el poder para formar murallas?

¿Puedo sentirme libre cuando está dividida la sangre de mi raza,
y cuando el poderoso anula al miserable?

¡Qué triste es la libertad a ese precio,
y que desprecio a la libertad sin esperanzas!

¡Cómo hablar de libertad cuando el odio
comprende la dignidad del alma!

¡La pobreza humilla, y humilla la injusticia!
¡Pero nos sentimos libres!
Libres cuando la codicia ha puesto barreras que nos atan.

Nací libre, pero me siento atada…
quizá en la realidad sólo soy un mundo,
pero el instinto de libertad me lleva a las alturas,
a la brisa del mar, y a la húmeda espesura…

¡Me lleva a esa tibia oquedad donde el amor anida,
y donde el ave canta!

¡Quiero sentirme libre!
¡Libre como el cóndor para alcanzar las nevadas alturas de los Andes!
¡Quiero sentirme pluma, quiero sentirme ave!
¡Quiero ser gaviota en el silencio de todas mis palabras!

EL REGALO


(ABRAHAM RIVERA SANDOVAL)

Muy bien jovencito… bienvenido a clases,
Por fin encontraste el camino a la escuela,
Con tu hipocresía ahora vas llegando
Abriendo la boca… bribón… sinvergüenza.

En la lista diaria ya te di de baja
Y estoy seguro que el año no apruebas,
Tienes reprobadas todas las asignaturas
Sólo puros ceros van en tus materias.

¿Acaso algún premio de la lotería?

Te tocó y por eso faltas a la escuela
Pues? mira tarugo que sólo por eso,
Yo juro y me encargo que te vas para afuera.

Dónde están los libros? …¿Dónde las trabajos?
Donde los cuadernos?…¿Dónde la tarea?…
Donde el uniforme?…Donde el distintivo?
Que te da derecho a estar en la escuela.

Mira esos cabellos. Mira esos zapatos,
Esos pantalones rotos de las piernas
Observa tus manos…mírate las uñas,
Ni cierres, ni broches tampoco agujetas.

Mira ese pescuezo…observa tus fachas
Mira tus rodillas…mira esas orejas…
Estas elegante te miras reguapo
Y mira como te agracian tus gestos y muecas

No se como diablos? hoy se te ha ocurrido
Venir dizque a clases…llegar a la escuela escuela.
Que dices?… responde no le hagas al menso
Acaso pensaras…que era día de fiesta?.

Por que no has venido?…responde precioso
Por que no has venido?…acaso la feria
Tiene mas valores y mas importancia
Que los ejercicios de todas las ciencias?…

Mira no te agaches, levanta la frente
No podrás fingir que tienes tristeza,
Yo ya te conozco?…eres algo grande
Y de buena gana te daba tu felpa

No sé que demonios estás escondiendo
Yo no se que cosa en la mano aprietas,
Que quieres pegarme?…o es que te has
Robado alguna cosilla de la casa ajena.

Presenta las manos, enséñalas pronto
Dime lo que escondes con tanta insistencia
No voy a golpearte por ser indeseable
No vaya a ser luego, que yo me arrepienta.

Maestro… maestro…pido mil perdones
Debe usted escucharme con mucha paciencia
Si usted es maestro, no debe ser malo
Y debe tenerme tantita querencia.

Usted es muy bueno, todo el mundo dice
Que se carga un alma muy noble y muy buena
Y como es humano va a considerarme
Cuando sepa a fondo mi grande tragedia.

Yo me la partía haciendo mandados,
Vendiendo periódicos, haciendo faenas,
Yo necesitaba ganar hartos fierros
Para medicinas de mi madre enferma.

Hace unos diyitas, me dijo mi madre,
Hoy no te me sales, ni vas a la escuela,
Yo me estoy siento un poco mejoradita
Hazme una tizana con menta y canela.

Yo salí corriendo, tenia mucho gusto
De ver aliviada a mi madre enferma,
Y pensando que todo podría subsanarse
Y que muy pronto volvería a la escuela.

Conseguí unos quintos…apresure el paso
Corri yo volaba con rumbo a la tienda
Compre algunos panes, un poco de azúcar
Y unas rajas grandes de buena canela.

Llegando a mi casa iba yo silbando
Una tonadita que aprendí en la iglesia
Y abriendo la puerta, mi madre con ansias
Me llamó y me dijocon mucha tristeza

Mi hijito… mi hijito… yo te quiero mucho
Más es necesario que la verdad sepas;
Tú vas a quedarte sólito en el mundo
Tu vas a quedarte solito en la tierra.

Yo me voy hijito, Dios me esta llamando
Yo miro su cara, yo siento su esencia,
Adios cariño, que Dios te bendiga,
Todos mis consejos no olvides, recuerda.

Me abraze a su cuerpo llorando en silencio
Le grite angustiado… Mama?…Note mueras,
No me dejes solo… Mama?…Mamacita?
Mas ya su carita estaba fria y seria.

Hoy ya estoy solito, no tengo a nadie
Ni casa, ni ropa, ni pan, ni mi viejecita
Y ahora maestro le pido permiso
De vivir un tiempo, aqui en la escuela.

No faltaré a clases, yo se lo prometo
Mi comportamiento será de primera,
Aprendere mucho y a recuperarme
Y a llenar de dieces toda mi boleta.

Pero mire, tome lo que yo escondía
Es una reliquia con una cadena;
Me dijo mi madre que el día del maestro
Yo se la obsequiara que yo se la diera,

Tome usted maestro, esto es su regalo,
Se lo da mi madre que esta bajo tierra
No me la desprecie… porque estos deseos
Fueron de mi madre… son los de una muerta.

Tomé aquel tesoro, abrace a aquél niño,
Sin padre, sin madre, sin nada en la tierra
Y como un regalo del día del maestro
Lo adopté como un hijo lleno de tristeza.

Torpe,… yo?


Abraham Rivera Sandoval

Torpe…me dijiste un día
y tu voz en el salón
resonó en mi corazón
y huyó de mi la alegría

Después que tu voz oyeron,
aunque al pricipio hubo azoro,
mis compañeros en coro
torpe…torpe…me dijeron.

Dí maestro…hubo razón
para que tú, con enfado,
me dejaras humillado
sin tenerme compasión?

Ahora que el tiempo ha pasado
maestro, te doy mi consejo
ya no formes el complejo
que a un niño deja marcado.

Por mi parte ahora te digo
que el daño que me hiciste
por fortuna ya no existe.
Y como amigo te escribo.

Soy psiquiatra, por decir,
puesto que estoy titulado,
y me ofrezco con agrado…
por si te puedo servir…

MAESTRITO DE PUEBLO


Abraham Rivera Sandoval

Que ya te dije que no
y tus caprichos no acepto,
Aunque me dejes de hablar,
aunque te sientas molesto;
Y aunque me hagas sentimiento
no he de darte mi permiso…
Antes, té lleno de cuero.

Tanto dinero gastado,
Tanto celo, tanto empeño,
La primaria, secundaria,
Prepa y curso propedéutico.
Tanta hablada de tu parte
Con todos tus compañeros
Diciendo… que tú serías
Un profesionista bueno,
Que ibas para licenciado
O que si no… serías médico,
Contador, militar, cura,
Político o ingeniero.

Y hoy que estás como chiflado
O loco te estás volviendo
Me sales de babosote
Con la idea de ser maestro.
Tanto dinero gastado…
Tanto afán y tanto empeño
Tantas felicitaciones
De amigos y compañeros,
Para que hoy… con gran cinismo
Tú me digas… ya no quiero
Llegar a ser burgués cursi
Si no preciado maestro.

¿Qué, no te va a dar vergüenza
de rebajarte tan feo?
¿Qué no vas a sonrojarte
de bajar a tal empleo?
¿MAISTRITO?… que grande cosa,
que dignidad… que talento…
que porvenir… que importancia,
que prestigio… que abolengo.

MAISTRITO DE ESCUELA… un torpe
Que nada sabe de cierto,
Haragán, irresponsable,
Vago, pobre… un majadero.

MAISTRITO… sólo un don nadie
Un vulgar vago de pueblo,
Que va a organizar plantones,
Marchas, huelgas y jaleos.
Un flojo que sólo quiere
Ganar dinero y dinero
Sin importarle a los niños
Ni sentir el magisterio.
Que no venera a la patria
Hombre ruin, politiquero,
Pues para él sólo es valioso
Pasarla de mitotero.

Explíqueme… licenciado
Dígame usted, ingeniero
¿Qué va a enseñarle a los niños?
¿ Cómo va a orientar al pueblo?
¿Cómo va exponer su clase
a los niños de primero,
si usted no sabe contar,
ni jugar, ni estar contento,
ni sabe del trato amable
y menos contar un cuento
y sólo sabe vestirse
más o menos de… cirquero?

Muy sabihondo el hombrecito
Que ni quebrados, ni enteros,
Ni decimales, ni nada,
¿Sabe el señor embustero?
Conque… ya dije que no
Y no me siga moliendo…
Que normal, ni que normal…
No quiero que seas maestro.
Antes te llevo al ejido
Para que seas jornalero
Pa’ que el sol te dé en el lomo
Y te pongas fuerte y prieto.

ASI ME DIJO MI PADRE
Y YO QUE MUCHO LO QUIERO
BAJE LA FRENTE Y SALI
DICIENDOLE… ESTOY DE ACUERDO
YO SERE LO QUE USTED DIGA
EN VERDAD… SE LO PROMETO
PERO… YA NO ESTE ENOJADO
PUES LE HACE DAÑO… Y ME APENO.

Salí a la calle, vagué
Por las calles y los huertos,
Por el jardín, la placita,
Por la iglesia y el colegio…
Miré a los peones cansados
Sudorosos, sin aliento,
Poniendo sobre un papel
Sólo la huella del dedo.
Vi a las mujeres descalzas
Cargando leña del cerro,
Y vi niños, muchos niños
Hurgar en los basureros.

Recogí desesperado
A esa gente de mi pueblo,
A esas gentes sin fortuna,
Sin rendición, ni consuelo.
Los metí en mi corazón,
En mi entraña, en mi cerebro,
Les di patria en mi conciencia,
Y me confundí con ellos.
Allí frente a aquellos niños
Frente a esos niños enfermos,
Pensé que eran angelitos
Despreciados por el cielo.
Miré que no tenían alas
Los miré casi sin cuerpo,
Angeles sin un hogar,
Sin virgen, sin padre nuestro.

Y pensé… si me aferrara
A ser licenciado o médico,
Contador, conferencista,
Sacerdote o ingeniero,
¿Cómo podría despertar
la conciencia de mi pueblo?
¿Qué les favorecería
que yo lograra alto empleo,
Sí ni justicia, ni amor,
ni palabras de consuelo
podría darles y ofrecerles
para calmar su tormento?…

entonces volví a mi hogar,
todo lo tenía resuelto,
llamé a mi padre y le dije:
“Yo a usted mucho lo respeto…
comprendo sus sacrificios,
Sé de sus ansias y sueños.
Pero hoy… quiero que me escuche,
Por favor… sólo un momento.

Si quiere que sea feliz
Y desea que sirva al pueblo.
Si quiere que colabore
Para mejorar a México.
Si usted quiere que mi vida
La dedique a lo que quiero
Luchando por la igualdad,
Por la ciencia y el progreso…
Deje padre, que yo tenga
La profesión con que sueño.
Deje que yo sea feliz
Con mis niños sin colegio.
Deje que con mi vocación
Se torne clase y recreo,
Que sea lección de cariño,
Que sea canto, que sea verso,
Que pueda yo ser lucero
Con la luz del alfabeto.

Que pueda ser manantial
Que sacie la sed del pueblo.
Déjeme sufrir… luchar,
Déjeme vivir con ellos
Para lograr educarlos,
Para construir un colegio.
Déjeme padre… que luche…
Deme permiso le ruego
Para sembrar esperanzas,
Para apuntalar anhelos.
Deje que forme una escuela,
Escuela a los cuatro vientos,
Escuela de libertades
Donde haya luz y contento.
Deme permiso papá…
Que yo sea un maistrito de pueblo
Que marque programas justos,
Que trace caminos nuevos.
Deje que siembre la miel
Deje que propicie el vuelo
De esa águila que parece
No tener alas ni aliento
Deje que escuche mi voz
El militar, el gobierno,
El sacerdote, el artista,
El paria y el jornalero,

Si ya mi hermano es doctor
Y el mayor ya es ingeniero,
¿Porqué no permite usted
que yo… me torne maestro…
Sí ellos en su ingratitud
ya han formado un mundo nuevo
de explotación, de egoísmo,
de lujos y de dinero.
Si de usted se han olvidado,
Si ya no vienen al pueblo,
Y en su situación burguesa
Gratitud y amor han muerto.
Si ellos saben que aquí, en casa,
Hay pobreza y hay apremio,
Porque ni por caridad
Lo atienden cuando está enfermo?…

Mi padre quedó pensando
Silencio guardó un momento…
Luego me abrazó y me dijo
Si… muchacho… te comprendo:
Vete a luchar hijo mío
Yo esperaré tu regreso,
Sabiendo que traerás cosas
Logradas con fe y empeño.
Cuando vuelvas hijo mío
Vamos a estar muy contentos
Y se llenará la casa
Con tu amor y tus pequeños.
Si aquí no me encuentras,
Sé que tendrás el consuelo
De volver a esta tu casa
De regresar a tu pueblo.
Yo sé que vendrás por verme,
Tú vendrás por este viejo
Y querrás con toda tu alma
Enseñarme el alfabeto.

Más si aquí no me encuentras
Ve a buscarme al cementerio
Y ahí sólitos los dos
Envueltos en el silencio
Me dirás de tus afanes,
De tus luchas, tus proyectos,
De tus sencillas tareas
De tu honor y de tus éxitos.
No me traigas flores, hijo,
Yo sé que no las merezco,
ni cruz, ni ceras, ni nada,
sólo quiero tu recuerdo.

ANDA HIJO MIO… vete ya .
México espera tu esfuerzo,
Te espera el hombre ignorante
Y los niños macilentos,
Yo aquí me quedo esperando
Con orgullo verdadero,
Porque sé que cumplirás
Ser prestigiado maestro.
Anda hijo mío… vete ya.
Que si de momento muero
Con orgullo gritaré:
MI HIJO… ES MAISTRITO DE PUEBLO.
LA VERSION ORIGINAL SE LLAMA MAISTRITO DE PUEBLO

Mi padre


Juan de Dios Peza

Yo tengo en el hogar un soberano,
único a quien venera el alma mía;
es su corona su cabello cano,
la honra su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fé con que me habló del cielo
en las horas primeras de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza
el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como cristo el Tiberiades,
de pie sobre las ondas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: «A quien es bueno, la amargura
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al mas ligero soplo se dehoja.

«Haz el bien sin temer al sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.

«Si eres pobre confórmate y sé bueno;
si eres rico protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado.»

«Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia».

Este código augusto, en mi alma pudo
desde que lo escuché, quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.

Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira
éstos los dignos de su nombre sean.

¿PLATICAMOS, PAPA?


(Fidencio Escamilla Cervantes)

Papá; quiero decirte que tu lenguaje es muy extraño,
A veces no te entiendo y no es culpa de mis cortos años;
Tú dices que actúo como lo hacen mis hermanos
Y que sigo sus pasos, por eso no entiendo lo que hablamos.

Papá; ven, siéntate ¿Porqué no platicamos?
Yo también puedo aconsejarte ¿calamos?
Como dos amigos, hombre, sin molestarnos.
¡Vamos! Siéntate cómodo. ¿Empezamos?

Papá; tú me has enseñado a decir verdades, jamás mentiras,
Me haz enseñado a caminar y a mi lado tú caminas,
Pero me has negado una verdad. ¡La de la vida!
La estricta realidad; la otra cara. ¡La que extermina!

La que pasea opulenta por las calles y nos mira
Como una vez miraron los nazis la piel judía;
La que escarnia, veja, viola, roba y asesina
Los últimos latidos de decencia que se abrigan.

Tú me hablabas de paz, papá. ¡Pues nada es cierto!
Vi en las noticias que en Libia hay muchos muertos
A causa de un simple desacuerdo
Por una frontera que limita en el desierto.

Irán y Paquistán están ardiendo,
Ciudades enteras se han estado destruyendo,
Las vidas humanas ya no tienen precio,
Y tú dices que hay paz en el mundo
¡Y me lo dices riendo!

Te haz puesto pálido, papá ¿Qué pasa?
¿Te afectó lo que te dije? ¡Y lo que falta!
Las malas noticias siempre avanzan
Y se filtran hasta los últimos rincones de las casas.

Yo pensé que preparaban la vida para otra nueva raza,
Sin sobresaltos ni violencia, bajo una misma causa:
Pensando en los niños de hoy como única esperanza
Para cambiar un mundo que hacia su fin avanza.

¡Qué distancia abismal los crudos hechos!
Los proverbios de paz y de amor ya son recuerdos,
No hay la amistad ni bondad, ni el entendimiento,
Sólo el alma homicida y su cruel cerebro.

Es la herencia de ustedes y orgullosos están de ello
Porque día tras día se pelean por dar
La noticia al mundo entero;
¿Qué importa para ustedes el llanto y el desasosiego?
¿Sirven de algo las protestas de un mundo envuelto en medio?
¿Sirve de algo la protesta de una madre
que perdió a su hijo en un asalto?
¿Sirve de algo la protesta de un niño transformado en llanto?
¿Sirve de algo la protesta del que abre
los surcos con el pie descalzo?
¿Sirve de algo la protesta de la esposa
en espera del ansiado abrazo?
¿Sirve de algo la protesta avalada
por el tiempo y la luz de los ancianos?
¿Sirve de algo la protesta del obrero
que con sus hermanos se vuelve solidario?
¿Sirve de algo la protesta de aquellos
que por hambre han robado?
¿Sirve de algo la protesta de la novia
que recibe un cuerpo destrozado?
¿Sirve de algo mi protesta, para
por el sólo echo de ser un SER humano?
Antes que tú, que yo, y que muchos otros
¿Cuántos más habrán ya protestado?
Y te pregunto, papá, inspirado en mi niñez;
¿Ha servido de algo?

No me contestes ahorita;
Tú dices que el hombre debe meditar,
¿Te parece bien mañana, papá, tus besos dame,
buenas noches hoy; después… quién sabe?!

ORACION A UN NO NACIDO


(Fidencio Escamilla Cervantes)

Hijo: yo sé que no me escuchas,
Aunque te siento dentro de mi vientre,
Pero tengo necesidad de decirte estas palabras.
Palabras que me harán infeliz,
Que las recordaré por siempre,
Que marchitarán mi corazón,
Que me romperán el alma;
Pero tengo que decirlas y tú escucharlas.

¡Tú no debes nacer!
No venir a este mundo poblado de injusticias,
Harto de cieno y repleto de inmundicia
Carente de amor, de hermandad y de sonrisa
Donde el látigo hambruno es la única caricia.

¡Tú no debes nacer! No en este tiempo
en que el minuto señala la hora fraticida,
en que los tanques se llenan de locos y suicidas,
en este tiempo de horas reducidas
que nos da un marcapaso del lapso de la vida.

¿Venir al mundo, ¡para qué!? ¡A la miseria!
A ser esclavo y carnada de una guerra
Que tuvo principio en el odio y dominio por la tierra;
Donde el ser humano es un pleito sin fin:
¡Tú no debes nacer!
No venir a un mundo poblado de carroña,
En donde cada humano es semilla de ponzoña,
A un mundo inhóspito y aterrador,
Sediento de venganza,
Donde cada día por venir es fiesta de matanza.
Venir a sufrir ¿Nacer para eso?
Tú que estabas llamando a ser punto del progreso,
A ser hombre útil de una patria prometida,
A ser tierra fértil de la siembra de semillas.

…Nacer ¿Para qué?…
Perdona, hijo, las palabras que te digo,
Pero es necesario decirlas y al decirlas me maldigo;
Porque he de parecer él más peor de los humanos,
Serpiente entre serpientes,
De instintos crueles y malos.

No debes nacer porque te pregunto:
¿Quién te librará de hambres y humillaciones?
Con un padre destrozado por los mismos hombres,
Con una madre sin brazos y sin piernas
Resultado fatal que dejaron las cruentas explosiones.
¿Quién te ayudará a nacer si estoy lisiada?
¿Quién amamantará tu carne pobre y flaca?
Y si lloras -porque el llanto es señal que algo té falta-
¿Quién hará una caricia a tu frente tibia y pálida?

¿A ver un mundo horroroso humeante entre las brazas?
¿A esperar la hora final de esta podrida raza?
¡No, tu no debes nacer! ¡Yo moriré contigo!
Sin piernas y sin brazos
¿Qué puede ser más cruel castigo?

Morir así, juntitos, hijo mío, es mi consuelo
Y si es cierto que reina un Dios en nuestro cielo,
A mi me ha de perdonar, a tí, abriré su reino, y
Como angelito que eres, regalarte alas
Y así puedas brincar, correr, jugar
Y montarte en las estrellas
Y en las noches tranquilas y serenas,
Iluminadas por esplendorosa luna llena,
Mires lo poco que queda de la tierra,
y mi hijo, hijito mío,
Pueda decir su vocecita tierna:
Mi madre, tenías razón:
Tu sin brazos y sin piernas,
Yo, huérfano de corazón,
Y la humanidad entre tinieblas.

Ahora se cuanto te quiero
Porque soy ángel del señor;
Mi madre, madrecita mía, ¡Tenías razón!
Y desde mi cuna, que es el cielo,
A dónde quiera que estés,
Te perdono, ¿Te perdono de todo corazón?”

LOS NIÑOS DEL SUR


(Fidencio Escamilla Cervantes)

Rumbo al sur, donde termina la patria,
Más allá viven otros abriles
Que en aras de un ideal, la vida se les apaga…
Sin comer y sin dormir y por juguetes fusiles.

Y ellos son como tu hijo y el mío;
Con necesidad de afecto,
Con brazos que den abrigo,
Con miradas que den besos.

…rumbo al sur, donde comienza la selva,
entre aquellos lacandones de sencillez y nobleza;
donde existen cazadores y son los humanos presas.

Allí asustados los niños
De Guatemala regresan,
De Honduras, Nicaragua y Panamá…
Patria que en sangre está envuelta.

El niño aún no comprende
Porqué tanta gente muerta
Y aunque oye hablar a los “yanquis”
De escudriñar madrigueras…
¿Qué puede saber él de un Endara o un Noriega?

Los buitres hicieron nidos en Panamá
Y demostraron al mundo
Cómo deben ser las bestias.
Hallaron una tierra
Y su razón fue la fuerza
Y demostraron al mundo su poderío y su soberbia.

Llegaron entre los mares…
Bajaron desde la sierra
Y los niños que los vieron
Se estremecieron desde los pies a la cabeza.

…rumbo al sur, donde la guerra ya es vieja,
viven los niños que pronto tendrán razón y conciencia.
¿Qué les diremos a ellos al ver la patria desecha?
¿Qué explicación les daremos cuando el lugar de familias
entren gringos por las puertas?
¿Qué pensarán de los hombres que permitieron la ofensa?
¿Qué pensarán en la ONU estúpidas siglas muertas?
¿Qué pensarán de los padres que a casa nunca regresan?

Y cuando les hablen de paz en el salón de la escuela,
Evocarán la figura más que humana, de una bestia,
Vestida con trapos sucios de barras rojas y estrellas.

Rumbo al sur; donde todo allí es pobreza,
Carroña, muerte, maleza; los niños huyen gritando
¿Cuál paz es la que profesan? Ellos no saben de ONU,
sólo ven las rubias bestias; ignoran sí en Panamá
el sanguinario es Noriega…
sólo ven que poco a poco la patria arde como yesca…
y se acurrucan de miedo y con temor todos rezan.

Aquellos niños del sur el fin del pueblo contemplan
Se hacen muchas preguntas y ni una tiene respuesta…
Nada más ven caer los muertos que el gringo
Fueron presas, y en sus caras aún pequeñas
El miedo se les refleja. Y se duermen con espasmos
Entre el aullido de bestias que siguen regando
Sangre de la patria panameña.

…los niños del sur regresan al sureste a su selva,
llevando clavada en el alma la sangre de aquellas bestias
que se han bañado con sangre de los pies a la cabeza.

…hoy los niños del sur se aprestan a regresar a su patria,
a recordar las heridas que todavía no se cierran,
a rescatar el honor de la patria panameña;
tal vez logren el intento o mueran en esta empresa
pero es preferible morir a ser esclavo de esa bestia…
…esa que conocemos y que la paz, matando gente profesa.

LA ORACION DE UN NEGRO


(Fidencio Escamilla Cervantes)

¡Huir! ¡Huir, Mi destino es huir!
¡Ya no puedo más con este suplicio!
¡Con estas injustas cadenas en mis manos!
Qué amarga existencia me tocó vivir
Soportando en mi carne el cruel silicio
Forjado por los tratos inhumanos.

¿Porqué la vida me ha tratado así?
No tengo culpa alguna llevar este color,
Ni descender de una raza que fue esclava:
¿Qué condena he de cumplir si negro nací?…
¿ Qué pecado estoy purgando con tanto dolor?…
¿ Qué angustia en el pecho se me clava?

Cuántas generaciones habrán transcurrido
desde aquél día lleno de incertidumbre,
en que invadieron el Africa ignorada;
desde entonces me siento perseguido
por que en mí se acumuló la pesadumbre
de un pasado que limita la alborada.

Me persigue el estigma de la esclavitud,
Como un fantasma gris de mis antepasados
Abatidos por el látigo de los capataces;
Se ha visto corrompida la innata virtud
que identificaba a los seres preparados
cuando luchaban contra los entes rapaces.

En la copa del repudio me sirven hiel
Como Cáliz que purifica las condenas
Y que debo beber por todos mis hermanos;
¡Pero que importa el color de mi piel!,
si la sangre que llevo en las venas
es roja como la de todos los humanos…

¡Señor! ¡Tu que eres el creador de todo!
¡Tú que has predicado amor e igualdad!
¡Tú! ¡Apiádate de mí! ¡Escucha este ruego!
Tú hiciste al hombre con un poco de lodo
Y lo destruiste cuando imperaba su maldad,
Enviándoles tormentas de agua y fuego.

Tú que enviaste a tu hijo para redimir
A una raza pecadora que ya sucumbía,
Antela barbarie y el rito al paganismo;
Dame la espada que pueda valeroso esgrimir
Contra la furia indomable de la jauría,
Que destroza la virtud del cristianismo.

Tú puedes darme una existencia estable
Porque soy humano y merezco mejor vida:
¡Soy tu hijo, señor! ¡Cumplo tus mandatos!
Ante todos me mostraba servicial y amigable
Pero al ver la cruel recompensa recibida
Me hace huir y maldecir a los ingratos.

Azotado por el vendabal, he huido
Buscando protección en otros lares…
Pero siempre me persigue la tortura;
Mil veces he visto que han destruido
El cimiento donde erigía los pilares,
para sostener la fe de una vida futura…

La existencia me ha condenado a vagar
Como una golondrina que cruza los países,
Sin detener un instante su vuelo errante;
¡Yo quisiera construir en paz un hogar…!
¡Ser como un árbol para echar raíces… !
¡Ya estoy cansado de ser un emigrante…!

No encuentro lugar seguro para descansar
Porque siempre me acosan, me persiguen…
¡La jauría! ¡Han dado conmigo! ¿Los oyes venir?
Pero no, ¡No! ¡Ya nunca me han de alcanzar!
¡Antes muerto que esclavizado si me atosigan…!
¡Volveré a huir…! ¡Mi destino es huir! …Huir!!!!

ESE


Villa Ayala Mor., a 15 de mayo de 1974

Ese que va silencioso por el angosto sendero,
Ese que poquito a poco su vida dio por el pueblo,
Ese que marcha vencido por el trabajo y el tiempo,
ese que va fatigado porque ya no aguanta el pecho,
que los años ya le pesan, que le pesa el sentimiento…
Ese es el joven que un día se enroló en el magisterio.

Ese que arrastra los pies al caminar con esfuerzo,
Que luce en las sienes canas porque le llegó él invierno,
Ese de mirada triste, de ojos opacos y muertos,
Que con labios temblorosos tal vez, musita un rezo,
Ese que va por la calle la dura cuesta subiendo…
Ese fue el joven que un día fue el más querido maestro.

Ese que tiene problemas por conseguir el sustento,
Ese que cobra un mendrugo porque ya no cobra sueldo
Que con mano temblorosa firma en el renglón ajeno
Porque sus ojos no miran como vieron hace tiempo,
Ese que va por la calle cargando su sufrimiento,
Ese fue el joven que ayer tuvo vigor y talento.

Ese que va paso a paso como buscando el sendero,
Ese que sostén no tiene en ningún agrupamiento,
Ese que cierra los ojos para acariciar recuerdos
Y que a doquiera que va recibe burla y desprecio,
Ese que viene hacia tí abandonado y enfermo…
Ese fue el líder de ayer… que no lo enfangó el dinero.

Ese que sólo se alegra con el lejano recuerdo
De aquellos gloriosos días en que en todo era el primero,
El que recibió medallas, el que obtuvo el Primer Premio,
El que por su gran valía representó a nuestro suelo.
Ese que ayer fue un atleta gallardo y digno de aprecio…
Esa vida ya se apaga como se apaga un lucero.

ESE que ahora es sólo sombra que va de la vida huyendo,
Con una linda Medalla de ALTAMIRANO en el pecho
Míralo bien, juventud, mírate en él, compañero
Y una flor de tu cariño ofrécele con un beso
Que sobre su mustia frente o sobre su blanco pelo
Será su mejor regalo en este día del maestro.
Pensando que en el futuro como él serás, de seguro:
Jubilado o pensionado, una sombra que se fuga.

Que mañana al no existir en este mundo terreno,
De este ser que supo amar, que no quedará ni el recuerdo,
Y sobre el tosco ataúd del que fuera un gran maestro,
Una flor y una medalla se perderán en el tiempo,
Mientras alguien como yo, con su jarana de pueblo,
A la vida y al dolor seguirá cantando versos.

ABRAHAM RIVERA SANDOVAL

DECLARACIÓN DE ODIO


EFRAIN HUERTA

Estar simplemente como delgada carne ya sin piel,
como huesos y aire cabalgando en el alba,
como un pequeño y mustio tiempo
duradero entre penas y esperanzas perfectas.
Estar vilmente atado por absurdas cadenas
y escuchar con el viento los penetrantes gritos
que brotan del océano:
agonizantes pájaros cayendo en la cubierta
de los barcos oscuros y eternamente bellos,
o sobre largas playas ensordecidas, ciegas
de tanta fina espuma como miles de orquídeas.
Porque, ¡qué alto mar, sucio y maravilloso!
Hay olas como árboles difuntos,
hay una rara calma y una fresca dulzura,
hay horas grises, blancas y amarillas.

Y es el cielo del mar, alto cielo con vida
que nos entra en la sangre, dando luz y sustento
a lo que hubiera muerto en las traidoras calles,
en las habitaciones turbias de esta negra ciudad.
Esta ciudad de ceniza y tezontle cada día menos puro,
ciudad de acero, sangre y apagado sudor.

Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros,
la miseria y los homosexuales,
las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,
los rezos y las oraciones de los cristianos.

Sarcástica ciudad donde la cobardía y el cinismo son alimento diario
de los jovencitos alcahuetes de talles ondulantes,
de las mujeres asnas, de los hombres vados.

Ciudad negra o colérica o mansa o cruel,
o fastidiosa nada más: sencillamente tibia.

Pero valiente y vigorosa porque en sus calles viven los días rojos y azules
de cuando el pueblo se organiza en columnas,
los días y las noches de los militantes comunistas,
los días y las noches de las huelgas victoriosas,
los crudos días en que los desocupados adiestran su rencor
agazapados en los jardines o en los quicios dolientes.

¡Los días en la ciudad! Los días pesadísimos
como una cabeza cercenada con los ojos abiertos.
Estos días como frutas podridas.
Días enturbiados por salvajes mentiras.
Días incendiarios en que padecen las curiosas estatuas
y los monumentos son más estériles que nunca.

Larga, larga ciudad con sus albas como vírgenes hipócritas,
con sus minutos como niños desnudos,
con sus bochornosos actos de vieja díscola y aparatosa,
con sus callejuelas donde mueren extenuados, al fin,
los roncos emboscados y los asesinos de la alegría.

Ciudad tan complicada, hervidero de envidias,
criadero de virtudes desechas al cabo de una hora,
páramo sofocante, nido blando en que somos
como palabra ardiente desoída,
superficie en que vamos como un tránsito oscuro,
desierto en que latimos y respiramos vicios,
ancho bosque regado por dolorosas y punzantes lágrimas,
lágrimas de desprecio, lágrimas insultantes.

Te declaramos nuestro odio, magnifica ciudad.
A ti, a tus tristes y vulgarísimos burgueses,
a tus chicas de aire, caramelos y films americanos,
a tus juventudes ice cream rellenas de basura,
a tus desenfrenados maricones que devastan
las escuelas, la plaza Garibaldi,
la viva y venenosa calle de San Juan de Letrán.

Te declaramos nuestro odio perfeccionado a fuerza de sentirte cada día más inmensa,
cada hora más blanda, cada línea más brusca.

Y si te odiamos, linda, primorosa ciudad sin esqueleto,
no lo hacemos por chiste refinado, nunca por neurastenia,
sino por tu candor de virgen desvestida,
por tu mes de diciembre y tus pupilas secas,
por tu pequeña burguesía, por tus poetas publicistas,
¡por tus poetas, grandísima ciudad!, por ellos y su enfadosa categoría de descastados,
por sus flojas virtudes de ocho sonetos diarios,
por sus lamentos al crepúsculo y a la soledad interminable,
por sus retorcimientos histéricos de prometeos sin sexo
o estatuas del sollozo, por su ritmo de asnos en busca de una flauta.

Pero no es todo, ciudad de lenta vida.

Hay por ahí escondidos, asustados, acaso masturbándose,
varias docenas de cobardes, niños de la teoría,
de la envidia y el caos, jóvenes del «sentido práctico de la vida»,
ruines abandonados a sus propios orgasmos,
viles niños sin forma mascullando su tedio,
especulando en libros ajenos a lo nuestro.

¡A lo nuestro, ciudad, lo que nos pertenece,
lo que vierte alegría y hace florecer júbilos,
risas, risas de gozo de unas bocas hambrientas,
hambrientas de trabajo,
de trabajo y orgullo de ser al fin varones
en un mundo distinto!

Así hemos visto limpias decisiones que saltan
paralizando el ruido mediocre de las calles,
puliendo caracteres, dando voces de alerta,
de esperanza y progreso.

Son rosas o geranios, claveles o palomas,
saludos de victoria y puños retadores.
Son las voces, los brazos y los pies decisivos,
y los rostros perfectos, y los ojos de fuego,
y la táctica en vilo de quienes hoy te odian
para amarte mañana cuando el alba sea alba
y no chorro de insultos, y no río de fatigas,
y no una puerta falsa para huir de rodillas.

‘¿Dios!


Autor: Miguel de Unamuno

Señor, Señor, ¿por qué consientes
que te nieguen ateos?
¿Por qué, Señor, no te nos muestras
sin velos, sin engaños?
¿Por qué, Señor, nos dejas en la duda,
duda de muerte?
¿Por qué te escondes?

¿Por qué encendiste en nuestro pecho el ansia
de conocerte,
el ansia de que existas,
para velarte así a nuestras miradas?
¿Dónde estás, mi Señor; acaso existes?

¿Eres Tú creación de mi congoja,
o lo soy tuya?
¿Por qué, Señor, nos dejas
vagar sin rumbo
buscando nuestro objeto?
¿Por qué hiciste la vida?
¿Qué significa todo, qué sentido
tienen los seres?

¿Cómo del poso eterno de las lágrimas,
del mar de las angustias,
de la herencia de penas y tormentos
no has despertado?
Señor, ¿por qué no existes?
¿Dónde te escondes?

Te buscamos y te hurtas,
te llamamos y callas,
te queremos y Tú, Señor, no quieres
decir: ¡vedme, mis hijos!

Una señal, Señor, una tan sólo,
una que acabe
con todos los ateos de la tierra;
una que dé sentido
a esta sombría vida que arrastramos.
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?

Ve, ya no puedo más, Señor,
de aquí no sigo,
aquí me quedo,
yo ya no puedo más, ¡oh Dios sin nombre!

Ya no te busco,
ya no puedo moverme, estoy rendido;
aquí, Señor, te espero,
aquí te aguardo,
en el umbral, tendido, de la puerta
cerrada con tu llave.

Yo te llamé, grité, lloré afligido,
te di mil voces;
llamé y no abriste,
no abriste a mi agonía;
aquí, Señor, me quedo,
sentado en el umbral como un mendigo
que aguarda una limosna;
aquí te aguardo.

Tú me abrirás la puerta cuando muera,
la puerta de la muerte,
y entonces la verdad veré de lleno,
sabré si Tú eres
o dormiré en la tumba.

«El hambre no tiene rostro»


De la antología poética «El hambre no tiene rostro» del profesor Fidencio Escamilla Cervantes, el siguiente poema:

Hay pobreza en mi rancho.

Yo vengo de un pobre rancho,
con hambre, sed y descalzo.
Me vine por el desierto,
entre pantanos y charcos.
Baje en busca de medicina
y pa´mendigar un taco;
porque allá de donde vengo
l´hambre nos está matando.

Nomás no hay maíz pa´tortillas
y leche, pos cada y cuando,
por a´i unos chiles verdes
y unos cuantos frijoles rancios.
Los chiquillos s´tan tripones
de lombrices y gusanos.
Vamos, que hasta los perros,
todos bien ñengos y flacos.

Las muchachas casaderas
con sus vestidos de blanco,
sus mejillas sonrosadas
pero sus ojos, llorando.
Salen dizque a dar la vuelta
y al galán andan buscando.
Ya no hay mozos que las miren:
se fueron pa´l otro lado.

Quedan en el caserío
a lo mejor unos cuantos.
¡Bah! La mayoría son ancianos
y uno que otro borracho.
Y las muchachas del pueblo,
solteras se están quedando:
o bien, desvisten borrachos
o se quedan pa´vestir santos.

Hay por a´i una parroquia
que se está destartalando
y un cura que a mi buen juicio
ha de tener como mil años.
Lo conoció mi abuelito
y entonces era un muchacho,
pero, ya esta está carcomido,
viejo, chueco y jorobado.

Eso sí, también está una cantina
donde caemos los sábados,
para ponernos bien “pingos”
con mezcal, pulque o “curado”.
Allí olvidamos las penas
manque sea tan sólo un rato;
cambiamos al mundo mil veces
y soñamos y soñamos.

También está la escuelita,
pos si así se le llama, a un cuarto
todo lleno de alacranes
que torean nuestros muchachos.
Con un pedacito de gis
y un pizarrón desgatado,
unos alumnos con hambre
y un maestro pobre y flaco.

Eso sí, l´entran duro al alfabeto
¡Se lo comen a pedazos!
Porque si no le inteligen
les dan sus buenos varazos.
El profe se pone muino
y los desoreja a ratos;
eso sí ¡Cómo los quiere!
Se le nota que es de abajo.

Les habla re te bonito
a los mocosos carajos,
y a´i los tiene sentaditos
con el hocico babeando.
Pelando tamaños ojos
y con ganas, escuchando.
Yo crioque en esos momentos
¡Qué bonito s´tan soñando!

Luego a nosotros nos habla
d´este México nostálgico.
Del derecho que tenemos
de querer paz y trabajo.
Que todos semos iguales,
ricos y pobres, hermanos.
Prietos y blancos ¡Qué importa!
Todos semos mexicanos.

Pero, por eso no quita l´hambre
que todos traemos colgando;
y allá en mi rancho tan pobre,
pos menos, si no hay trabajo.
Por eso viene corriendo,
por medicinas y un taco.
¡Deveritas, se lo juro!
¡Hay pobreza allá en mi rancho!

PROFR. FIDENCIO ESCAMILLA CERVANTES